martes, 1 de marzo de 2011

Cuando la noche obliga a los personajes a mirarse en el espejo de su pasado se develan los fantasmas de lo que han creido y creen ser. El juego de conjurar el pasado llama a la resistencia: cada cual acudirá a una máscara.... aquella que les permitirá "sobrevivir".

Elenco:
El / Manolo: Andrés Criniti
Ella / Chema: David Ramirez

Escenografia y vestuario: Alejandro Laconsa
Diseño de Iluminación: Fernanda Balcells
Fotografía: Gustavo D´Ippolito
Diseño gráfico: http://www.kazoo.com.ar/
Asistencia de Dirección:Federico Martinez Ruiz

Dirección: Juan Carlos García Castañeda

Visión Artistica y Estética de la puesta

“Nadie es profeta….” nos introduce en un mundo de encuentros y desencuentros, en un espacio de confesiones,  de secretos, de fracasos y deseos conservados intactos.
Partimos de una escenografía móvil, básica y simple, recurriendo a lo simbólico para expresar contenidos más profundos. Dos rectángulos de madera, son a la vez sillones, cama y baúl de recuerdos. Dos cubos hacen las veces de sillas, mesa, auto. La puerta de entrada podría estar en cualquier lugar o en ninguno. Adentro y afuera se confunden, como se funden la historia de estos protagonistas con la historia vivida por cada uno de los espectadores.
Si bien la obra está situada en el Chile post Pinochet, la adaptación argentina nos ubica en los años 90 y en el recuerdo de la Argentina de Montoneros y el golpe del 76. Pasado y presente se funden continuamente. Los desaparecidos aparecen en escena y los protagonistas no sabemos si son reales o son fantasmas viviendo una historia que no pudo ser.
Apostamos a una puesta intimista, a que el espectador rompa ese lugar de voyeur y pueda involucrarse en lo que está sucediendo en la habitación donde ocurren los hechos. Para ello utilizamos un espacio donde no aparece la cuarta pared, el espacio escénico está rodeado por tres frentes, y algunas escenas transcurren entre el público,  haciendo partícipe a este de sus confesiones y contradicciones. El otro fuera de escena, es el otro espectador que está siendo protagonista de la escena. Cualquiera de nosotros podría ser el que llama por teléfono, el que tuvo un lugar en la historia de Chema y Manolo.
La música elegida (Cantatas de J. S. Bach) aparece en momentos de quiebre de la obra. Por un lado sacraliza y hace solemne esta ceremonia de desenmascaramiento, por otro lado con su cadencia repetitiva nos instala una y otra vez en una historia que no cesa de repetirse.
“A imagen y semejanza” subtitula Díaz su obra. Y esta imagen y semejanza no solo se da entre los protagonistas (parecido físico) sino que también se extiende al público.